Son muchas
las historias que se producen pero no son todas las que se cuentan, las
personas que trabajamos con adolescentes somos conscientes de lo que se vive
día a día por jóvenes que sufren de forma constante y regular estas vejaciones.
Una de las
preguntas que me hago es ¿dónde nace esta moda? Parece ser que lo es, la moda
de hacer daño, se fomenta entre círculos
escolares y crece en función se van desarrollando los adolescentes. Pero
realmente esto no nace en los colegios ni institutos, nace en la no educación
parental, nace en la sociedad del todo vale, en la pérdida del respeto ajeno,
nace en el “yo soy el fuerte y se hace lo que yo diga”, nace en las casas, en
los medios de comunicación, nace en las faltas de respeto a las autoridades por
parte de los adultos, nace sobretodo en el ejemplo que reciben y viven día a
día. ¿Qué les permitimos y que no? ¡Esa es la cuestión!
Estamos en
una sociedad que marca la frase mítica “mientras a mí no me toque” ¡Claro! ¿Y
cuándo te toque? ¡Entonces sí, nos ponemos manos a la obra! Así es como
actuamos en este país con todo y para todo, generalmente no se previene nada,
hasta que no hay un suceso no se actúa, y en este caso desgraciadamente también
es así.
No podemos
continuar así, debemos hacer algo por el futuro, y éste no es otro que los
jóvenes que vienen.
Padres,
revisen sus controles, midan los actos de sus hijos, tengan más comunicación
con ellos, pregunten y escuchen atentamente, ayuden a sus hijos a no desviarse,
a que se sepan respetar, no pongan en tela de juicio a los profesores que
educan a sus hijos y generen el respeto hacia
ellos, que haya una cordialidad y por encima de todo, que traten con
cariño al prójimo. Empiecen por hacerlo ustedes, recuerden que son el espejo
donde ellos miran cada día, ¡si usted no lee ellos no leen, si usted grita
ellos gritan!
Profesores y
educadores, antes de nada, ¡Gracias! Es muy difícil el papel que juegan en esta
sociedad y además están muy vigilados por todos, es injusto, quizá venga de una
época donde se respetaba al profesor por encima de todo, pero hemos de
reconocer todos que lo tienen muy complicado. Los niños se sublevan con
facilidad, faltan al respeto, les provocan porque encima tienen el apoyo de los
padres. No olviden que ellos son los responsables de su formación pero ustedes,
los padres son los educadores y responsables reales de sus hijos. Formen un
equipo de trabajo con los profesores y tiendan la mano a que sus hijos les
respeten para crecer juntos, padres e hijos.
Para
terminar, sean conscientes todos de las secuelas que deja un acto de bullying,
traumas emocionales, complejos crónicos, miedos, desequilibrios mentales, etc…
y todo esto porque en un momento determinado un joven se quiere hacer el
gracioso delante de sus amigos. Sepan que generalmente este tipo de jóvenes
esconden tras de sí un trauma, lo visten con un disfraz y generan una acción
incoherente y dañina para cubrir su propia carencia, esto viene de atrás y
genera mucho mal. Cuando una persona recibe bullying está destinada a pasar por
profesionales para encauzar su vida, no es justo que por un trauma no tratado
de un adolescente que lo cubre con una imagen chulesca, burlona y amenazante,
otros chicos se vean obligados a no ser felices y arrastrarlo para siempre.
Desde aquí
os pido a todos que compartáis el artículo en las redes, en los medios, donde
haga falta, hagamos un llamamiento a #StopBullying. Tu acción puede llegar a
manos de padres necesitados, de profesores que no han abierto un protocolo de
actuación pensando que no pasa nada, quizá llegue a manos de quién tiene poder
para generar una corriente positiva y se planteé la posibilidad de erradicar
este efecto.
¡Si lo ves, actúa!
¡Si lo ves, denuncia!
¡Comparte y grita #StopBullying!